domingo, 8 de agosto de 2010

Epiciclo


Si la noche te sorprende pensándome, piérdete en el encanto de la luna; también la estaré observando con inquieta fascinación.

Si por las tardes mi ausencia se hace presente, aleja tus húmedas pupilas del cielo, pues estaré formando tu rostro con las nubes.

Si alguna mañana finalmente despiertas con el alba, discúlpame por no ser yo quien te enseñe el sol asomando desde el horizonte.